La idea surgió a través de las redes sociales, de la mano de una conocida francesa especialidad en contenidos culinarios, Elisabeth Loncke. Sin caer en la falacia de autoridad, al menos como experta francesa tiene más potestad para definir esta elaboración como una mousse de pleno de derecho. No hay huevos en su receta ni alternativas veganas, la base es la nata líquida.

Además del lácteo, que debe ser sí o sí crema líquida para montar con un mínimo de 35 % de grasa, Loncke usa cacao en polvo en lugar de chocolate derretido, lo que simplifica todavía más el proceso. Y como único utensilio, un tarro de vidrio con tapa hermética de tamaño suficiente para poder agitar bien.

En su demostración utiliza 200 ml de crema líquida para montar muy, muy fría, y dos cucharaditas más o menos generosas de cacao en polvo, pero que debe ser tipo cacao soluble ligeramente endulzado si quieres que tu mousse sea algo dulce y no sumamente amarga. Y ya está, junta todo en un tarro de unos 350 ml, lo cierra bien y empieza la fiesta.

Porque sin usar batidora necesitamos la fuerza de nuestro propio cuerpo para agitar como una coctelera el recipiente; sin necesidad de hacerlo con muchísima fuerza y velocidad, pero sí durante, la menos, cuatro o cinco minutos, con pequeños descansos si es necesario. Así hacemos algo de ejercicio manual antes de la recompensa.

Cuando veamos que la consistencia del contenido ya es cremosa y tiene textura aireada y consistente, lo podemos repartir en dos cuencos o servir en una gran copa para una sola persona. Se puede decorar con cacao en polvo, coco rallado, frutos secos... Fácil, aunque no apto para personas con ciertos problemas de movilidad, y con los mínimos ingredientes.

Otra alternativa que sí es vegana y que sí necesita la batidora de varillas eléctrica es nuestra mousse de chocolate vegana con aquafaba, que como sustituto del huevo sí permite obtener esa textura de espuma con sus burbujitas.