Hace un tiempo creí que, habiendo transcurrido más de una década de la sanción de la Ley Nº 26150 -que creó el Programa Nacional de Educación Sexual Integral-, era momento de que la ESI trascendiera la escuela y llegara a los lugares de encuentro, a toda la comunidad.

Pasaron cosas y hoy el escenario volvió a cambiar; por eso, es fundamental que tratemos la ESI en casa, en el seno de la familia. “¿Cómo?”, es la pregunta que escucho una y otra vez. No hay fórmulas mágicas: mucho diálogo y escucha atenta.

Para eso, debemos repensar el término familia, destituyendo su concepción y formatos clásicos. En la actualidad, la familia tiene diversas constituciones, más allá de lo que sea el vínculo con el género, porque ya debemos presuponer que existen múltiples actores en la familia, que le aportan una constitución sólida, madura y acogedora.

Los actores que acompañen el diálogo y la escucha -y esta cuestión que es fundamental: no presionar a partir de supuestos- son los referentes para trabajar temas que pueden ser inhibitorios. Cada uno y cada una puede exponer y compartir su experiencia, lo que no debemos hacer es proyectarla sobre la del otro, porque así corremos el riesgo de dar por sentado lo que tal vez nunca sucedió, e inhabilitar al otro la posibilidad de contar.

Como padres y madres, o quienes ejerzan ese rol, tenemos que poner en agenda los temas que ocupan a nuestros hijos e hijas. Podemos hacerlo, desde una cuestión tan frecuente como cuando nos piden permiso para salir. Parece ser una cosa muy sencilla, pero desde allí podemos instalar en el marco de las familias temas que tienen que ver con la prevención respecto de la sexualidad, los consumos problemáticos u otros tantos temas. Es importante que si las familias o referentes no pueden abordarlo, busquen a otro que sí lo haga.

La escuela lo tiene que hacer, porque así lo indica la ley. Una ley de Educación Sexual Integral que fue creciendo y a la que se fueron incorporando distintas temáticas para no dejar de lado cuestiones que cuando se puso en marcha no estaban presentes.

En ese momento, había que destituir el biologisismo, para pasar a hablar de la salud integral que incorporase las emociones, el desarrollo y la prevención. Actualmente, la cuestión de género y el consumo se volvieron fundamentales.

Pero, así como a veces decimos que la tecnología nos vino a facilitar la vida, también la volvió más compleja. Por eso, otra de las cuestiones a revisar es cómo nos posicionamos frente al avasallamiento de los medios y la modernidad. Podemos ser mamás o papás comprometidos en el diálogo, pero no estar viendo lo que les llega a nuestros hijos e hijas desde otro lugar. Y ese lugar es todo aquel dispositivo al que el chico o chica tiene acceso permanente e indiscriminado.

Es recomendable observar y modificar, si es necesario, cómo se acercan al dispositivo: lo hacen a través del juego o de la información; es a partir de una demanda que se hace en el ámbito escolar para desarrollar una tarea; u otros. Debemos estar atentos y repensar esos vínculos. Sólo con cercanía y acompañamiento es posible dar este salto de calidad para que la ESI circule en casa y en familia.